El sermón, por decirlo propiamente es el vestido del mensaje. Puede haber un sermón
sin mensaje y un mensaje sin sermón. Pero cuando ambas cosas se integran en la tarea de la predicación, habrá muy buenos resultados. El predicador del evangelio tiene como tarea, el comunicar un mensaje por medio de un sermón.
El tema
En un pasaje bíblico por lo general se descubre un asunto particular, pero muchos temas. Es innegable que un predicador por más homileta que sea no podrá jamás evitar pisar en el territorio de varios temas secundarios. Es difícil, por no decir imposible, que prediquemos sobre un solo tema. Haga usted mismo la prueba. Busque un pasaje bíblico y cuente los temas.
Por ejemplo leamos Romanos 5:1: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo."
En este pasaje sobresalen y están expuestos cinco temas: la justificación, la fe, la paz, Dios y el Señor Jesucristo.
Pero a pesar de los muchos temas en el pasaje bíblico anterior, descubrimos un solo
asunto y es: El hombre o mujer es justificado ante Dios por medio de Jesucristo y esto es por fe.
El tema de un sermón puede ser una palabra, más de una palabra, un
asunto o una proposición.
El tema en sí. Este responderá al “aspecto partícular del asunto que ha de
ser desarrollado en el transcurso del mensaje”5 El tema es la columna vertebral que sostiene sobre la base del texto bíblico, el armazón o esqueleto del sermón. En la tarea de la predicación lo que hace el predicador es descubrir un tema, demostrarlo, aplicarlo e ilustrarlo.
Al hablar aquí del tema en sí me refiero al mismo de manera simple como lo conocen la
mayoría de los predicadores: la fe, la gracia, la mayordomía, la sangre de Jesucristo, la salvación,la justificación, el amor, la santidad, la oración, el discipulado, la pobreza, la indiferencia,la prosperidad, etcétera.
El tema puede ser un poco más complejo: la fe de los creyentes, la gracia generadora, la salvación por fe, la sangre de Jesucristo para perdón de pecados, la abnegación del creyente,la justificación como obra de gracia, el amor divino, la santidad interna y externa, etcétera.
El asunto. Nos dice Costas: “el asunto depende de la clase de pasaje que se esté estudiando. El pasaje puede tener un carácter biográfico, narrativo (un incidente tal como una conversación, una batalla o un milagro), doctrinal o ético, o doctrinal y biográfico, en cuyo caso el predicador deberá optar por el que tenga más fuerza”.
El asunto, por decirlo así, es más general. Es un tema ampliado que resume todo el significado del pasaje bíblico. El predicador tiene en su análisis del pasaje bíblico que considera, los temas intercalados, luego se concentra en un tema particular, finalmente resume todo en un asunto general y completo del mismo.
La proposición. Volvamos a citar a Costas: “La proposición es el tema expresado en una oración gramatical completa, clara y concisa, que resume el contenido del mensaje y anuncia el curso a seguir o el propósito que se quiere alcanzar”.
La proposición es un puente entre el tema y el propósito de la predicación. La misma está alimentada del tema. Diría yo que es el tema–asunto ya estructurado y analizado.
Desde luego, los predicadores necesitamos conocer toda esta mecánica de la homilética.
En la tarea de la predicación sobreentendemos muchos elementos de la homilética, aunque no los identifiquemos en nuestros bosquejos o notas.
La proposición tiene un triple alcance o propósito: el de persuadir, el de enseñar, y el de servir la manera de resumen entre el tema y las divisiones del sermón.
(Kittim Silva, Homiletica, Editorial Caribe pág 31)
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